GDPR: ¿Por qué es importante para el usuario?

9 Ago 2018
Rogelio Polanco

La entrada en vigor de la normativa GDPR ha hecho que nos demos cuenta de la importancia que tienen los datos personales y su uso, además de cómo de importante es controlarlos.


Índice de contenidos:


 

¿Qué es y de dónde viene GDPR?

La normativa GDPR se centra exclusivamente en la protección y seguridad de los datos personales. Su objetivo es buscar la compatibilidad y el respeto a los derechos de los individuos a la vez que da impulso, con unas reglas claras, al desarrollo de la sociedad del conocimiento en Europa.

Por todos es ya conocida la importancia de los datos personales. Debido a que son una información muy poderosa que permite a las compañías conocer y comprender mejor a los individuos.

La alta sensibilidad que hoy tenemos en Europa sobre cómo se manejan los datos es un síntoma de la elevada madurez de los ciudadanos, lo que hace que velen por el respeto de sus derechos y libertades.

La sensibilidad de la que hablamos, tuvo como punto de partida la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) en contra, por ejemplo, del registro de los telegramas que entraban y salían de EEUU por ese entonces.

Con GDPR estamos, por tanto, ante una vuelta de tuerca dentro de un proceso que aspira a comprender mejor al usuario. Entender los datos pasados y analizar el comportamiento ayuda a extraer conclusiones sobre nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Todo ello, se pretende, siguiendo una normativa que respeta derechos y libertades de los ciudadanos, dentro de un entorno tecnológico muy cambiante, en donde los datos se almacenan en grandes cantidades y en diferentes ubicaciones, algo que debe regularse: big data, cloud, ciberseguridad, etc.

 

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¿Qué datos personales guardan las empresas?

Aunque sí que existe cierto nivel de concienciación, es difícil que, como ciudadanos, seamos conscientes del volumen de datos que generamos y lo que estos son capaces de decir sobre nosotros y nuestro día a día.

Veamos algunos ejemplos con los que luego podamos entender qué significado tiene el tratamiento de datos y el aparente exceso de celo que introduce el RGPD en actividades muy básicas de nuestras vidas:

  • Nuestros dispositivos móviles “inteligentes”, dentro del gran abanico de prestaciones que nos dan, se han convertido en el sacerdote ante el que confesar involuntariamente nuestras actividades más íntimas.
    Más allá de las obviedades de historiales de navegación, páginas que más visitamos, tipo de prensa que leemos o productos que más nos interesan, hay un gran abanico de datos sobre hábitos de consumo, desplazamientos, escaparates ante los que nos detenemos, móviles que tenemos a nuestro alrededor y personas con las que nos relacionamos, registro de conversaciones de voz, horarios en los que estamos activos o descansando y un largo etcétera.
    Por ejemplo, desde hace tiempo, los tickets que recibimos a nuestra cuenta de Gmail, chivan a Google todo los que compramos.
  • Nuestros coches inteligentes, o no, registran nuestro estilo de conducción. Además, una gran parte de ellos, los más modernos, registran incluso nuestros movimientos, horarios, hábitos de repostaje, posicionamiento por satélite, etc.
  • Las entidades bancarias y las operadoras de comunicaciones se han convertido igualmente en grandes conocedores de nuestra vida a través de los productos que adquirimos, servicios, seguros, horarios de uso de los medios de pago, personas con las que nos relacionamos, a qué horas y qué días de la semana estamos en determinados sitios, hábitos, nuestras preferencias de ocio, etc.
  • Por no hablar de procesos de entrega de datos muy evidentes, como las innumerables entidades a las que, con un fin u otro, entregamos conscientemente nuestra información, confiando que su uso sea adecuado al fin que nos han indicado.

Vistos los ejemplos y teniendo en cuenta la cantidad de información que desprendemos sin darnos cuenta, parece que la normativa GDPR era más que necesaria.

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Rogelio Polanco

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